Fotos: Rafa Sabugueiro
¿Se imaginan una cafetería con buena atención y servicio, chocolate y café de especialidad (con blend propio), una oferta gastronómica de calidad y donde todo esté súper rico? Pues eso es Diversum Concept Café, un centro especial de empleo que, además, es una oportunidad laboral y de desarrollo personal para una decena de chicos y chicas con discapacidad. El proyecto, aunque abierto hace menos de un año, tiene mucho trabajo detrás de definición, búsqueda de local, formación de los trabajadores y puesta en marcha. Rita Blanco y María José Giganto son sus impulsoras, madres de Martín y Andrea, dos de los trabajadores del establecimiento. “No sabíamos nada de hostelería, pero creíamos que era el mejor sector para darles visibilidad. Porque se dice que se ha avanzado mucho, pero en intenciones y buenas palabras, no en hechos”, señala María José.
Actualmente trabajan en Diversum nueve personas, todas con algún tipo de discapacidad, y son absolutamente autónomas para llevar adelante el local. “Tenemos una persona en cocina, una en barra y dos en sala en cada turno: el jefe de sala, que toma las comandas y el ayudante de sala, que sirve los pedidos y recoge las mesas. El personal de cocina sí venía con conocimientos previos pero los demás realizaron un curso de formación de un mes directamente en el local, para adaptarse al entorno en el que iban a trabajar”, explican sus impulsoras. Además de aprender una profesión, en Diversum desarrollan otro tipo de capacidades y van cumpliendo objetivos, como interactuar con los clientes, adaptarse a unos horarios estrictos, etc. “Las personas que trabajan aquí, además de hacer sus tareas, tienen que colaborar en la consecución de los objetivos de sus compañeros porque unos brillarán en una cosa y otros, en otra. De hecho, lo que buscamos siempre es que el personal formase un equipo que se complementase para poder llegar a gestionar el local sin ayuda externa, y eso les sorprende mucho a los clientes”, detalla María José.
Tal ha sido el éxito de la iniciativa que en poco tiempo tuvieron que ampliar la plantilla. Y más que les gustaría. “Ahora mismo, las necesidades están cubiertas. Nos encantaría poder abrir todo el día, porque ahora mismo estamos cerrando al mediodía, pero los números no nos dan por el momento”, advierte Rita. Y es que la facturación no es un objetivo en Diversum. “Si lo fuera, tendríamos que cerrar. Nuestro fin es, simplemente, llegar a cubrir gastos. De hecho, nuestros estatutos recogen que, si algún día se llega a ganar algo, se reinvertirá en el local, para que esto se haga más grande y tener la oportunidad de llegar a más gente y emplear a más chicos y chicas”, detalla Rita. Y no se plantean reducir gastos bajando la calidad del producto que ofrecen. “Tenemos claro que podríamos cubrir mejor los gastos si las calidades no fuesen las que son, pero preferimos cerrar antes que rebajar la calidad”, proclama Rita.
La respuesta de los clientes está siendo “increíble”, detallan sus impulsoras. “Vienen a ver, con curiosidad, para contribuir a una acción social, pero luego se sorprenden de que el café o el chocolate estén tan buenos, de que les atiendan tan bien y les pongan tapa de cortesía o un zumo, de que todo esté tan rico y bien presentado”, señala María José. Pero, sobre todo, la satisfacción es comprobar “que ellos se sienten útiles y que por fin encontraron su lugar”. No puede haber mejor recompensa.