La DOP Mexillón de Galicia certificó en 2020 un total de 49.610.899 kilos de mejillón, un 11,23% menos que en el ejercicio anterior. De esa cantidad, la industria se llevó 46.153.826 kilos (un 4,9% menos), mientras que el mejillón con DOP destinado al mercado de fresco alcanzó los 3.457.073 kilos. Pese al descenso, el diagnóstico del Consejo Regulador es “optimista dadas las restricciones y circunstancias originadas por la pandemia”, precisan.
Así, el órgano rector hace referencia a varias razones que explicarían ese retroceso en los registros. Por un lado, y por encima de todo, la incidencia de la covid-19 que ha tenido “una repercusión especial” en el comportamiento de los consumidores, precisan desde el Consejo Regulador. Así, la DO pone el énfasis en que se redujo la frecuencia con la que el consumidor acude al punto de venta de alimentación, algo que “se evidenció igualmente en las prioridades a la hora de llenar la despensa”, puntualizan. En el caso concreto del mejillón, durante los meses de confinamiento hubo una clara preferencia por los productos de mejillón elaborado, transformado, congelado o en conserva, frente al formato fresco, “de ahí que los registros de la transformación se hayan mantenido en rangos similares a los de anteriores ejercicios”, precisa Mexillón de Galicia.
Además del ámbito doméstico, un protagonismo muy relevante en el desempeño comercial del mejillón gallego en sus varias presentaciones lo ostenta el consumo a través del canal Horeca. Al respecto, el cierre de la hostelería y restauración “supuso para la denominación de origen protegida una dificultad añadida para la salida normalizada de los productos del mejillón. A estas limitaciones hubo que añadir el cierre de fronteras de países habitualmente receptores del producto gallego en la fase de confinamiento inicial”, añade.
Por otra parte, el cultivo de Mexillón de Galicia vivió unas condiciones especiales el pasado año, un ejercicio que “no fue todo lo favorable que sería deseable”, precisa el Consejo Regulador. Dos episodios de mareas rojas inhabituales, una durante el mes de febrero y otra en abril que se prolongó hasta finales de mayo, y el aumento de la temperatura en las aguas de las rías explicarían también el descenso de capturas. “Pero ante estas adversidades -apunta la DO- emerge otra fortaleza propia del mejillón cultivado en Galicia: su diversidad genética en la gran hatchery (criadero) que son las rías gallegas, una característica que le da un potencial de adaptación del que carecen otros cultivos”.