El contacto con la naturaleza, la intimidad y el silencio son las claves del éxito de las cabañas construidas sobre y entre los árboles; alojamientos hechos para desconectar de lo cotidiano y conectar con el entorno. Desde la costa hasta el interior, recorremos cuatro complejos para conocer de primera mano el fenómeno de las cabañas en nuestra Comunidad, una tendencia turística al alza que, sin duda, ha llegado para quedarse.
Para tomarse un respiro no hace falta irse muy lejos y prueba de ello es el denominado turismo de cabañas, un concepto que aúna lo mejor de dos mundos: las comodidades de un hotel y la sensación de sentirse en medio de la pura naturaleza. Las cabañas de madera se han convertido en los últimos años en una de las formas de hospedarse que más gustan, especialmente si el plan es disfrutar de una breve escapada. Y es que, a mayor demanda, mayor es la oferta; por lo que cada vez son más los que acaban poniendo en marcha su propio proyecto de cabañas, alojamientos que, además de ser respetuosos con el entorno, potencian y elevan la zona a su máxima expresión. Con el fin de descubrir más sobre ellos, nos adentramos en cuatro conceptos diferentes de cabañas repartidas por Galicia: Nidos de Carnota, Enoturismo María Manuela, Cabañas Mirador Cachamuiña y Cabañas de Udra.
Despertarse con el sonido de los pájaros es la principal baza, entre muchas otras, de los Nidos de Carnota, unas cabañas elevadas que conquistan por sus impactantes vistas a la playa que lleva su nombre. El proyecto vio la luz en el año 2019 de la mano de Miguel Fernández, propietario de la finca. “Al principio, la idea era poner un observatorio de aves pero, aprovechándola, se hicieron estancias para que la gente pudiera alojarse”, relata Vanesa Soneira, una de las trabajadoras del complejo. Los Nidos están abiertos todo el año y se componen de siete cabañas con las mismas prestaciones. “Tienen terraza, jacuzzi, cama grande, una nevera pequeña, cafetera y capacidad para dos adultos y dos niños porque dentro de las cabañas hay un altillo. Además, dos de ellas tienen piscina climatizada”, apunta Soneira. Quitando las aves, otro de los puntos fuertes de este complejo es el desayuno, un auténtico festival para el paladar. Tal y como nos cuenta Soneira, “el desayuno es variado. Tenemos algo de embutido, jamón, queso, membrillo, tostadas, tomate, algo dulce, café, leche, zumo y fruta”. Pero, por si fuera poco, tanto se puede disfrutar del desayuno en la cafetería como en la terraza de las cabañas. A pesar de que los Nidos tienen apenas tres años de vida, pandemia mediante, la acogida ha sido, y está siendo, más que satisfactoria. “Estamos trabajando muy bien. A la gente le gusta mucho la tranquilidad de estar aquí”, concluye Soneira.
La siguiente parada en el camino nos lleva hasta Boqueixón, municipio situado a 20 minutos de Santiago de Compostela. Es allí donde se encuentra un espacio único, Enoturismo María Manuela. “Este complejo surge de la idea de ampliar un viñedo preexistente en un terreno heredado por mis padres. Dado que esta zona está incluida en la DO Rías Baixas, mis padres pensaron en sustituir el monte que había por viñas pero, cuando estaban talando los árboles, a mi madre le dio mucha pena así que dejaron de hacerlo y les pareció buena idea desarrollar un proyecto de turismo y de vino”, narra Adriana Rodríguez, hija de los dueños del complejo y responsable de comunicación de María Manuela. Y a partir de ahí todo comenzó. Dispone en la actualidad de seis cabañas -algunas de ellas elevadas- equipadas con chimenea; una cocina completa; una cama grande de 1,60 x 2 metros; baño; terraza cubierta con jacuzzi y una de ellas está adaptada a personas con movilidad reducida, entre otras prestaciones. Cuestionada sobre lo que diferencia a estas cabañas del resto, Rodríguez asegura que “lo fundamental de María Manuela, independientemente de que las cabañas son muy bonitas, es el entorno en el que se encuentran. En Galicia hay muchísimas, pero nuestro proyecto es el primero de España que aúna bosque, viñedo y cabañas”. Y si a esto le sumamos el desayuno y las cajas con vino, queso y embutido que ofrecen, la combinación es (casi) perfecta. En cuanto al perfil de los visitantes, éste cambia si es en verano o en invierno. “En verano vienen muchas familias, pero en invierno vienen muchas parejas jóvenes”, señala. De momento no ofrecen ninguna actividad relacionada con el vino pero una vez esté acabada la bodega anexa (que esperan que esté lista en otoño), su idea es favorecer que el visitante interactúe más con el viñedo y el vino. “Lo que nos gustaría hacer en un futuro es ofrecer catas, visitas guiadas por las instalaciones y organizar nuestras propias rutas a caballo”, adelanta Rodríguez.
Nuevos proyectos.- Continuamos nuestro viaje por el interior de Galicia hasta llegar a Ourense, que también se suma al fenómeno de las cabañas gracias a Jorge Guerra, un joven emprendedor que acaba de abrir las puertas de las Cabañas Mirador Cachamuiña, las primeras que hay en toda la provincia. Emplazadas en un paraje singular, el Embalse de Cachamuíña (en Pereiro de Aguiar, a 15 minutos de Ourense) las cabañas “están elevadas del terreno y el 80% de la construcción es en madera; un material muy sostenible para el entorno en el que está pero que no es la típica”, explica Guerra. Todas ellas tienen terraza, salón-cocina, una habitación con dos literas plegables, baño y una cocina totalmente equipada. “A mayores tenemos servicios que se pueden contratar, desde el desayuno hasta bombones, y el que quiera traer animales pequeños también puede contratar este servicio”, apunta su creador. Además, disfrutar de un solo día en estas cabañas y de los paseos que hay en la zona es posible ya que, como agrega Guerra, “por ahora no hay estancia mínima; al ser nuestro primer año queremos que la gente venga y disfrute tanto del entorno como de las cabañas”.
La última parada de este recorrido nos acerca a una zona costera, Cabo Udra (Bueu), donde recientemente también se inauguró un complejo de cabañas que integra tierra y mar: las Cabañas de Udra. “Llevábamos años pensando en hacer algo. Nos costaba mucho compartir el terreno porque era nuestro refugio, pero después decidimos hacerlo porque estamos en un sitio privilegiado, una zona zen total y nuestros clientes es lo que valoran”, relata Rosana Estévez, responsable del proyecto. El diseño de estos alojamientos exclusivos, asentados en un Parque Natural, está inspirado en las bateas. “Como en Udra no hay, quisimos ser las primeras en tener unas bateas de tierra en Cabo Udra. Las cabañas son las casas de las bateas”, aclara Estévez. En total son cuatro las cabañas que se alquilan -todas adaptadas para personas con movilidad reducida- y cuentan con la misma estructura, “solo cambiamos la decoración, están todas equipadas de la misma manera”, agrega la gerente. Asimismo, cabe destacar que disponen de terraza y de jacuzzi y, por si fuera poco, los huéspedes pueden relajarse en una piscina común. En cuanto a los servicios que ofrecen, cualquiera que lo desee puede probar sus desayunos bajo reserva y, como punto a favor, se puede pedir a los restaurantes de la zona que lleven a las cabañas la comida o la cena, todo un lujo. Ya pensando en un futuro, la propietaria confiesa que su idea es preparar el hórreo que tienen en la finca para que funcione como una pequeña sala de masajes. “A ver si somos los primeros en hacerlo”, bromea Estévez.
Llegamos así al final de nuestro periplo por las cabañas de Galicia, una pequeña muestra de una forma de alojarse que no para de ganar adeptos, y motivos no le faltan. Perderse y encontrarse en medio de la naturaleza es una experiencia que se debe vivir, al menos, una vez.
(Fotos: Binart / Cedidas)