Cuando pensamos en dónde podemos disfrutar de un buen cocido, enseguida se nos viene a la cabeza Lalín, la capital del Deza. Así, para celebrar el Mes del Cocido, La Alacena Roja, junto a Mark Auchincloss, Hui Liu, Turvegal, Pasear Galicia, Petiscos Galegos, Slow Food Compostela, Javi Estévez, Galicia Mola y Blondie Muser -todos ellos profesionales provenientes del sector del turismo, la gastronomía o la comunicación-, visitamos este sábado diferentes atractivos del concello de Lalín, invitados por el Ayuntamiento. ¿La excusa? Descubrir una villa con muchos recursos interesantes y, cómo no, compartir el Cocido más famoso de Galicia.
La jornada arrancó con un desayuno temprano en la Cafetería Ame para, posteriormente, visitar Castrodeza. Inaugurado en noviembre de 2021, este centro de interpretación situado en un espacio anexo al concello cuenta con una atractiva escenografía para la divulgación y puesta en valor de los castros de Galicia, de su cultura, sus leyendas y su gastronomía, llevada a la actualidad. Un viaje al pasado que descubren al año cerca del medio millar de turistas que visitan la villa durante el verano.
De allí recorrimos el interior del singular edificio del concello que cuenta con una arquitectura reconocida internacionalmente. Diseñado por Tuñón y Mansilla, el edificio se define como un ‘castro tecnológico’ por su similitud con los poblados celtas, lo que lo convierte en uno de los diseños más rompedores e hipnóticos de Galicia. La siguiente estación nos llevó a la panadería La Morena, con una existencia de 60 años es la más antigua de la villa; donde conocimos otro de los productos insignia de la zona, el “Pan de Lalín”, competidor en calidad con las mejores piezas de panificación gallegas. La última parada fue el Pazo de Liñares, una construcción del siglo XVII, que hoy en día alberga el Museo Gallego del Juguete y próximamente también el de la Marioneta. El pazo que se encontraba completamente en ruinas fue adquirido por el concello y tras ser reconstruido y remozado en su interior en apenas dos años, no solo ha ganado una nueva vida sino que es motivo de innumerables visitas de gallegos y españoles a lo largo de año.
Y llegó el momento más esperado del día, la hora de disfrutar del leitmotiv del encuentro: saborear el reconocido Cocido que elabora el restaurante La Molinera, un espectáculo para los sentidos. Fiel a su estilo, el chef del restaurante, Diego López “Moli”, demostró una vez más la grandeza de un Cocido gallego, soberbio en sabores y que en su casa se mantiene el ritual gastronómico de servirse en cinco pases. Primero, empezamos con la tradicional sopa. A continuación, llegan las patatas, garbanzos, chorizo encebollado y cerdo. Éstos dan paso a los grelos. Posteriormente y para deleite de los incondicionales amantes de este plato, el chef despiezó en el salón comedor la careta del cerdo y el lacón; momento mágico para los bloggers y sus infaltables secuencias de imágenes recogidas en sus móviles. Finalmente, el Cocido culmina en esta casa con una suculenta bandeja de diversos tipos de carne (ternera, pollo y, obviamente y en la práctica todas las partes del cero al completo: espinazo, panceta, costilla…). Por supuesto que todo este paisaje culinario tenía un cumplido maridaje con los vinos de Juan Luis Méndez, tintos Vía Romana, con un Crianza digno de tales manjares. Para poner el broche de oro a la mesa, disfrutamos de una Tarta de queso sin pasteurizar con membrillo, rosquillas, leche frita y filloas.
Ya por la tarde, visitamos la tienda de Embutidos Lalinense, una marca que nació en el año 1949 que produce y elabora todo tipo de alimentos procedentes del cerdo a lo que suma más recientemente otras elaboraciones de quinta gama, como el “kit del cocido”.
Y así, en un abrir y cerrar de ojos, nos despedimos de Lalín brindando por una jornada amena y divulgativa de la mano del barman Jaime Rodríguez, propietario del bar de copas Kubos, que nos deleitó con un Gin Fizz de manzana verde sin alcohol. Un magnífico final para una jornada donde trabajamos como reporteros pero gozamos como turistas al mismo tiempo.
Gracias a este pequeño viaje, recorrimos lugares, disfrutamos de una riqueza gastronómica y conocimos a la buena gente de la capital del Deza, siendo testigos y ahora divulgadores de lo mucho que tiene por ofrecer este Lalín que es Cocido y un sinfín de descubrimientos.