Solamente el hecho de viajar en tren nos despierta a todos aquellos recuerdos de infancia, nariz pegada al cristal de la ventanilla devorándonos el paisaje con los ojos. Y con este hándicap juegan los Trenes Turísticos de Galicia a través de once rutas singulares, y cada una con distintos atractivos: desde la de los Faros a la de la Lamprea, desde la de Ribeira Sacra a la de los Monasterios. Las hay para todos los gustos. Pero las hay también que ofrecen una experiencia que conjuga el patrimonio de un territorio con el paisaje, la gastronomía y los vinos del lugar con un homenaje a la naturaleza de diseño… Es la Ruta de Monterrei. Gracias, Inorde, por vuestra invitación a descubrirla.
El punto de partida de este itinerario es la mismísima estación de Ourense a bordo de estos coloridos vagones del Tren Turístico con rumbo a A Gudiña, adentrándonos así en la región más oriental de la provincia, pero siempre acompañados de un escenario de naturaleza espectacular y que no nos deja de sorprender. Algún valle y serranías que se van dibujando en el horizonte, todo bajo el relato de Ana Rodal, nuestra incansable guía turística que nos habla de los famosos ‘soutos’ (bosques) de castañas de la comarca y de los ancestrales y espectaculares carnavales de Verín y Laza, auténticos reclamos para el turismo nacional e internacional.
La primera parada resulta ser una bodega en Verín a la que llegamos luego de un breve trayecto en bus. Se trata de Bodegas Gargalo, un proyecto muy personal del diseñador Roberto Verino que hace más o menos veinticinco años decidió apostar por ésta, su tierra, y por lo mejor que ella nos ofrece: sus vinos blancos y tintos.
La bodega produce al año en torno a las 90 mil botellas, de las cuales el 80% son de vino blanco a través de su monovarietal Godello y de su coupage de Treixadura, Albariño y Godello. El resto es de vino tinto también en su doble propuesta de plurivarietal de Mencía y Arauxa (más conocida como Tempranillo) y exclusivamente de Mencía. La bodega, largamente galardonada en prestigiosos certámenes nacionales e internacionales, invita a un paseo por sus viñas, porque a pesar del sol que nos castiga sin piedad, siempre resulta agradable observar la generosidad y riqueza de esta tierra con sus uvas autóctonas (variedades con las que están elaborados los vinos de Gargalo) y donde la tradición del buen vino ahora se mixtura con el buen hacer moderno de bodegas como ésta.
Agradecemos a Argimiro Levoso, asesor vitivinícola de la bodega, la breve introducción a la historia de Gargalo y su condición de anfitrión a la hora de catar algunos de sus vinos. El fresco Godello con que nos homenajearon resultó la pura tentación hecha vino. Una delicia.
Nuestra siguiente parada fue la Fortaleza de Monterrei, probablemente la edificación con más valor histórico y patrimonial de toda la comarca. Además de no perder de vista cada detalle de esta acrópolis que tuvo un protagonismo fundamental en las guerras portuguesas del siglo XVII, es recomendable seguir el relato del guía turístico que nos adentra en historias reales de caballeros, hidalgos, traiciones y hasta momentos románticos como el que vivió Pedro el Cruel, a mediados del s. XIV, inspirado por su amor a la condesa Teresa de Zúñiga, por supuesto nunca correspondido como suele suceder en los relatos de pasión amorosa.
Debido a la gran cantidad de visitantes que no quieren perderse esta parada en la Ruta de Monterrei recomendamos cierta paciencia para acceder a las alturas de su Torre de Homenaje (Torre de Don Sancho). Las vistas desde allí son fantásticas.
Antes de emprender rumbo al restaurante a reponer fuerzas, nos acercamos a una de las tantas parcelas que, bajo la atención de técnicos enológicos, gestiona el Inorde con el fin de experimentar nuevas variedades y coupages varietales y, a la vez, estudiar la resistencia de estas viñas de ensayo de cara a probables y futuras producciones. Con estas premisas encontramos allí plantaciones de Cabernet Sauvignon, Monastrel, Garnacha, etc. Todas éstas, variedades que no están autorizadas por el Consejo Regulador de la D.O. Monterrei pero que tienen también una finalidad didáctica de cara a los alumnos de enología de la provincia. En este punto, desde ese Consejo Regulador nos invitan a degustar una copa de tinto o blanco de esta denominación mientras nos narran algunos pasajes de la corta historia de esta D.O. puesto que es la más joven de Galicia y se constituyó como tal en 1994.
Rato más tarde, en Verín, y bajo la tutela profesional de la cocinera Begoña Vázquez, nos dispusimos a dar buena cuenta de los sabrosos platos que nos tenía reservados desde su restaurante Regueiro da Cova. Describir cada uno de los platos que nos elaboró resulta algo difícil porque es como definir diferentes pero encantadoras sensaciones. Carpaccio de calabacín, requeixo de As Neves con un vinagre (Albarro) de pimiento de Padrón resultó un entrante natural, fresco y perfecto por la combinación de sabores. Luego vendrían una Focaccia de castañas acompañada de un steak tartar; un Risotto de verduras de la huerta con jamón de pato para cerrar con una Carrillera ecológica sobre una cama de queso parmentier y más verduritas. Tan rico estaba todo que apenas nos dio tiempo para hacer unas pocas fotos antes de saborear cada bocado. Por supuesto que los vinos blanco y tinto con que maridamos cada plato eran de la D.O. Monterrei.
Ya por la tarde, y con el sol como castigo divino, visitamos la hermosa villa de Allariz y, además de caminar por sus callejuelas, nos tomamos tiempo para recorrer la nueva puesta en escena del XI Festival Internacional de Jardines, otro atractivo único en Galicia que solo cuenta con un símil en Portugal, en Ponte de Lima para ser más exactos.
Esta edición el Festival de Allariz tenía como motivo inspirador la poesía, presente de una forma u otra en los 12 jardines que integran esta exposición de naturaleza, diseño y creatividad al aire libre. Formas, colores, composiciones abstractas o rimas escritas sobre materiales imposibles; cada espacio, aun siendo totalmente diferente al resto, es parte integradora y fundamental de este puzle que se disfruta como un paseo diferente en poco menos de una hora.
De Allariz, como no podía ser de otra manera, nos trajimos sus dulces almendrados.
Nuestra última parada antes de poner rumbo a Ourense, capital en nuestro viaje de regreso, fue Baños de Molgas, una localidad donde pudimos visitar el Museo de Moncho Borrajo, situado en la mismísima estación de Renfe. Aquí no dejaron de sorprendernos la espectacular colección de anillos (más de 2.000) del actor, compositor, animador, productor y cantante. Y como su vida, copiosamente rica en espectáculos, viajes y escenarios donde nunca faltaron los singulares sombreros y a veces los trajes con purpurina, esta exposición contiene vestidos y críticas teatrales, baúles llenos de recuerdos y docenas de fotos con amigos y conocidos de cabarets y tablaos. Recomendamos recorrer la sala donde pueden verse las pinturas y retratos realizados por Moncho Borrajo que, desde que decidió guardar en este museo sus mejores tiempos de actor, se dedicó a trazar en colores sobre telas sus nuevas rimas artísticas.