Porque estar al día nunca fue tan fácil

viticultura regenerativaEl planeta Tierra está dando continuos avisos de que es necesario modificar algunos de nuestros comportamientos como seres humanos. Y en esta materia, los agricultores tienen mucho qué decir. Mediante sus prácticas culturales ayudan a preservar la biodiversidad, mantienen la buena salud de los suelos, contribuyen a reducir el consumo de agua… o todo lo contrario. La agricultura intensiva ha modificado paisajes y ha acabado con recursos naturales pero, aun sin hablar de grandes cifras o proyectos, toda actividad agrícola puede producir un daño al ecosistema, si ésta se realiza con el único objetivo de producir, sea a costa de lo que sea.

En este escenario, y ante la cada vez mayor preocupación por la sostenibilidad, el cuidado del medio y la lucha contra el cambio climático, surge la llamada viticultura regenerativa, un nuevo paradigma (o no tan nuevo en sus preceptos, aunque quizá sí en su denominación) que habla de un “manejo holístico” de la tierra. “Porque las cosas se pueden hacer de forma diferente, siendo incluso más rentables”. Quien esto afirma es Antonio Roade, de la bodega Lagar do Vento en la Ribeira Sacra, el único miembro gallego de la recientemente creada Asociación de Viticultura Regenerativa, de la que forman parte socios de la talla de Bodegas Torres, Jean Leon, Masaveu o Raventós i Blanch. La Asociación pretende ser “un punto de encuentro” para todos aquellos agricultores, bodegueros, investigadores o empresas que tengan interés por implementar “la viticultura del cambio climático”, dicen. Y es que los peores agoreros hablan de que si no cambiamos la forma de trabajar la tierra, la agricultura como hoy la conocemos podría tener los años contados.

Buena parte de la filosofía de esta viticultura pasa por la regeneración de los suelos mediante el desarrollo de prácticas que contribuyan a recuperar su fertilidad natural, alimentar la red trófica, aumentar la materia orgánica, mejorar el ciclo del agua e incrementar la capacidad de la tierra de absorber y almacenar carbono, todo ello buscando el equilibrio entre materia orgánica, minerales y microorganismos. Junto a ello, se promueve la mejora de la biodiversidad de la viña, sustituyendo el uso de productos de síntesis por productos de origen natural -utilizados con criterios técnicos- así como potenciar la flora y fauna auxiliares. Un punto importante es minimizar la erosión de los suelos, evitando labrar la tierra en la medida de lo posible e implantando cubiertas vegetales.

Explica Antonio Roade que la viticultura regenerativa “va más allá de lo orgánico” y que no se trata de una receta fija aplicable a todos los territorios. “Hablamos de una serie de prácticas que tienen que ver con el terroir porque para cada lugar son diferentes. De hecho, en la asociación tenemos un grupo para compartir lo que hacemos y hay compañeros de otras zonas de España que hacen cosas que aquí no tenemos por qué aplicar. Nosotros, lo que estamos haciendo es fomentar mucho el tema de los cultivos de cobertura. Así, plantamos leguminosas para fijar nitrógeno en aquellas partes de la finca que tienen déficit de este nutriente. También utilizamos técnicas de la biodinámica como la denominada Effective Microorganism por la que cultivamos una serie de microorganismos que luego rociamos por la finca para fomentar la biodiversidad, no solo a nivel de insectos sino también de plantas aromáticas, frutales, etc. También es muy importante el tema de los abonos y nosotros tenemos un proveedor local de abono de caballo. Asimismo, haremos hogares para murciélagos y, gracias a un acuerdo con una universidad holandesa, realizaremos análisis de la savia para medir, no tanto los macronutrientes sino también los micronutrientes, para saber exactamente cuál es el estado de fortaleza de las viñas”, detalla. Antonio tomó el testigo de su padre en esta bodega de Ribeira Sacra hace apenas un año y por su vinculación profesional con el área de la sostenibilidad, decidió que era el momento y el lugar idóneo para realizar el cambio, un cambio tranquilo puesto que esta bodega ya realizaba prácticas respetuosas con el medio y el suelo. “Lo que pasa es que estamos rodeados de gente que hace viticultura convencional, y eso es un riesgo”, reconoce.

Aunque los suelos gallegos son, por lo general, muy ricos en materia orgánica, el hecho de no roturarlos cada temporada preserva sus características, y luego éstas se trasladan al vino y le imprimen carácter. Otra cosa es lograr trasladar esto al consumidor, algo que, según la experiencia de Lagar do Vento, no siempre es fácil. “Hay algo muy claro –apunta Antonio Roade– y es que la viticultura regenerativa debe contribuir a mejorar la calidad del vino; si no, no es sostenible. En España cuesta un poco explicar al consumidor lo que es la viticultura regenerativa y que sepa valorar todo el esfuerzo que supone y los beneficios que comporta. Por ejemplo, nuestro vino lo tenemos en un par de tiendas en Holanda y cuando fui a hablar con ellos para presentárselo, entendieron perfectamente lo que les estaba explicando y el plus que suponen todas esas prácticas que aplicamos”. Por eso, la anunciada llegada este mismo verano de un sello de certificación internacional en viticultura regenerativa llamado Regenerative Viticulture Alliance (RVA) podría contribuir a facilitar la relación entre el vendedor y el comprador. “Sin una certificación –señala Roade– cuando quieres ir a vender el vino tienes que contar todo lo que estás haciendo, necesitas tener una relación mucho más profunda y cercana con tu distribuidor o punto de venta”. Sin embargo, el joven viticultor gallego ve también algún aspecto negativo. “En mi opinión, todo el tema de las certificaciones requiere una cierta estandarización, y me cuesta ver cómo se haría de una manera viable para un pequeño productor como nosotros. Porque está claro que todo eso repercutiría en el precio, y no sé si todo el mundo se lo puede permitir. Lo que sí se necesita es un reconocimiento a estas prácticas, no sé si con un sello o perteneciendo a una asociación como ésta”.

En todo caso, Antonio Roade está convencido de que, más pronto que tarde, esta forma de trabajar se hará extensiva a muchas más explotaciones y cultivos. “No sé por qué las denominaciones de origen en España no asumen estas prácticas y las promueven. En un momento en que las DDOO reciben muchas críticas -y algunos les ven un futuro muy negro- sería una oportunidad muy buena para que la sociedad vea que las denominaciones de origen están también para cuidar el medioambiente”, concluye.

Otros ejemplos.- En Galicia, existen numerosos casos de bodegas que, aun sin calificarlas como viticultura regenerativa, sí vienen desarrollando una serie de prácticas que bien podrían encuadrarse en este nuevo paradigma. En Terras Gauda, por ejemplo, llevan varios años con el proyecto ‘Better Soil’ (mejor suelo), que desarrollan en colaboración con la bodega argentina Alpamanta y que busca, precisamente, regenerar los suelos. Explica el enólogo de la bodega de O Rosal, Emilio Rodríguez Canas, que “durante muchos años, la viticultura en parte fue bastante intensiva y se preocupó de otras muchas cosas que no de los suelos ni de los microorganismos que los habitan. En nuestro caso, y siempre siendo lo más respetuosos que podemos con el medio ambiente, quizá no atendimos a los suelos de la manera apropiada y de ahí que padezcan cierto agotamiento”, reconoce. Dentro de ‘Better Soil’ Terras Gauda busca, precisamente, un manejo “de intensificación ecológica” para recuperar los suelos, favoreciendo la presencia de los microorganismos que “realmente favorecen el crecimiento correcto y de la forma más sana posible del viñedo”, explica. “Tenemos claro que, con este manejo de los suelos, el estado sanitario de las raíces y de la planta va a mejorar. Y, además, estamos observando que una mejora de los microorganismos del suelo se refleja en las hojas y en las uvas”, añade.

Rodríguez Canas es consciente de la preocupación cada vez mayor por la calidad del suelo, pero insiste en que estas prácticas no son nuevas. “Muchas veces buscamos nombres innovadores a iniciativas o programas que desde hace años algunas bodegas venimos desarrollando. Lo que pasa es que se hacía sin una base estricta y científica. Nosotros ahora estamos haciendo trabajos de metagenómica para conocer los filos de hongos, bacterias y protozoos del suelo y lo hacemos todo bajo una base científica y rigurosa. O sea, que antes se hacían trabajos similares y de manera más empírica y ahora se realizan bajo parámetros científicos y con el nombre de viticultura regenerativa”. Sea como fuere, parece que este paradigma ha llegado para quedarse.

 

 

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