La Maragata 2018 es el primer vino blanco con vocación de guarda elaborado con la variedad Godello de Bodegas Pittacum, la bodega que posee el Grupo Terras Gauda en El Bierzo. Con una producción limitada de 3.950 botellas, está creado con uvas procedentes de un viñedo de altura, situado a 720 metros al pie de los Montes Aquilianos, en el Sureste de la Región Berciana. Por esta parcela transcurría el conocido como camino de los arrieros maragatos, empleado para transportar productos del Bierzo hacia Galicia y viceversa.
La creación de La Maragata –explican desde la bodega– es también una apuesta por la sostenibilidad a través de la recuperación de parcelas “con excelentes aptitudes vitivinícolas” pero que, por estar situadas en cotas altas próximas a las montañas, se consideraban poco adecuadas para lograr una correcta maduración de las respectivas variedades de uva. “Hemos logrado que estos viñedos de altura se conviertan en protagonistas para la elaboración de vinos de gran calidad y valor añadido. Su clima más frío y la mayor amplitud térmica contribuyen a potenciar los niveles adecuados de todos los componentes necesarios para una madurez de alta calidad, dotando a los vinos de más longevidad y con posibilidades de desarrollar complejidad”, explica Alfredo Marqués, director enológico de Bodegas Pittacum.
Las uvas se cosechan con un nivel de maduración avanzado favoreciendo los aromas varietales y la concentración de azúcares. En la bodega se prensan despalilladas sin apenas maceración con las pieles. El mostro limpio fermenta en madera a una temperatura entre 20 y 22º en barricas de roble nuevas. Durante los primeros meses de crianza, que se extiende durante 1 año, las lías se ponen en suspensión cada 15 días. El resultado es un vino que, según la ficha de cata, presenta aromas cítricos, pero también de avellana tostada que muestra la crianza en barrica. “En cuanto respira un poco en copa, aumenta su intensidad, afloran frutas maduras, melocotón, orejones, piña y los matices de madera se atenúan hasta ocultarse tras la fruta. En boca es único, pura untuosidad y sedosidad, fluye hasta el final con volumen y estructura. Ordenado en todo su recorrido, el balance aroma, dulzor y acidez, causa una sensación muy placentera. Concluye con una agradable acidez, que persiste y se acentúa según se va atemperando en la copa, brindando una sensación fresca”.
El vino tiene vocación de guarda. “Descubrir y seguir con curiosidad cómo evoluciona La Maragata desde el descorche hasta el final de la botella es casi un deber, sino una recomendación para cualquier amante del vino”, invita Alfredo Marqués, quien añade que la marca es un tributo a estos precursores del comercio y a sus costumbres. Un homenaje a las tradiciones que se refleja en la etiqueta, cuyo perfil superior conecta directamente con las cumbres montañosas de sus orígenes.