Situado en Santa Comba, un municipio de apenas 10.000 habitantes en la provincia de A Coruña, Retiro da Costiña es todo un referente culinario donde el visitante se siente como en el propio hogar. Manuel Costiña, tercera generación al frente del negocio familiar y chef galardonado con una estrella Michelin, afirma que en su restaurante “se puede comer en una hora y media y hacer una sobremesa de seis horas” y cuenta, orgulloso, que los fines de semana los clientes del mediodía salen por la puerta a las 20:30 h coincidiendo con los que llegar a cenar. En Retiro da Costiña las prisas no existen y el postre no es el final si no el comienzo de una experiencia tan gratificante como la propia comida. Porque para su dueño lo importante y lo bello de su profesión es que “hacemos felices a las personas. Creamos recuerdos de esa primera cita, de este proyecto que salió bien y se gestó entre plato y plato, de ese almuerzo en familia o con amigos”.
Por ello, este idílico refugio gallego ha sido elegido como el nuevo Templo de la Sobremesa de Schweppes, un premio que la marca de tónicas y mixers entrega por segundo año consecutivo y que pone en valor el hecho de defender esa costumbre “tan nuestra que los turnos en hostelería están haciendo peligrar” como es la sobremesa.
Y es que Retiro da Costiña rinde culto a ese momento tras la comida en un salón exclusivamente dedicado a ella que es tan grande o incluso más que el propio comedor. Cuenta con siete zonas de estar, las mismas que mesas hay en el restaurante, en torno a una chimenea y a un imponente mueble-bar en el que reposan 1.200 referencias de destilados con especial atención a los whiskies y a las ginebras, con más de 300 referencias de cada. “Facturamos cerca de 12.000 digestivos al año y entre los combinados más solicitados está el gin tonic que servimos, por su puesto, con Schweppes”, asegura Manuel Costiña, un anfitrión nato por herencia paterna. “Mi familia siempre ha sido de largas sobremesas, de tertulias y animadas charlas después de comer, y tanto mis abuelos como mis padres las han potenciado siempre en el restaurante”, incide. Él ha dado “una vuelta de tuerca” al concepto con una oferta Premium en la que no faltan cafés infusiones, petit fours de autor –entre los que destacan sus rocas de chocolate– y un carro de destilados donde preparan los mejores gin tonics a la vista del cliente. “No entiendo el concepto de turnos que últimamente se ha hecho fuerte en algunos restaurantes –añade el chef–; nuestra misión como hosteleros es hacer que la gente se sienta a gusto y feliz, que pierda la noción del tiempo”. Tanto es así que acaba de incorporar a su proyecto siete villas inspiradas arquitectónicamente en los antiguos castros celtas y pensadas para alargar aún más la experiencia en su particular retiro. “Si a los del servicio de mediodía les dan las siete u ocho de la tarde de sobremesa, imagina a los que vienen a cenar”, apunta.
Para Manuel Costiña, que recibió este martes el galardón, el premio al Templo de la Sobremesa de Schweppes es “un honor, un reconocimiento al trabajo que venimos haciendo desde hace muchos años”, y algo muy necesario para potenciar esa excelencia en el sector. “Hacen falta reconocimientos así que premien y motiven al barista, al coctelero, al jefe de sala, al sommelier de destilados y a las nuevas generaciones de hosteleros, un oficio multidisciplinar que para mí es el mejor del mundo porque vendemos felicidad y buenos momentos”, concluye.