Cuenta la leyenda que los restos del Apóstol Santiago fueron trasladados desde Haffa a Galicia en una barca de piedra, que surcó océanos y mares hasta entrar por la Ría de Arousa y el río Ulla y que llegó hasta Iria Flavia, donde se amarró a un miliario romano. Por eso, para muchos, éste es el verdadero germen del Camino de Santiago, aquella ruta que hicieron los restos del Apóstol que hoy descansan en la Catedral compostelana. Sea por esta leyenda o por los paisajes que ofrece, cada vez son más los peregrinos que eligen la ruta jacobea por Arousa y el río Ulla para acercarse a Compostela, a donde llegarán efectivamente tras entroncar en Padrón con el Camino Portugués. Pero también los hay que solamente hacen esta etapa, encuadrada en la denominada Variante Espiritual y conocida como Traslatio, porque ofrece la posibilidad de conocer desde otra perspectiva unos paisajes de gran belleza, tanto en la ría como surcando el Ulla.
Así lo confirma Gabriel Comojo, gerente de Amare Turismo Náutico, una de las empresas que realiza esta ruta marítimo-fluvial y que constata un interés cada vez mayor de peregrinos y turistas por realizar este viaje. Quienes más se decantan por esta ruta son viajeros internacionales, con preminencia de los italianos, portugueses, alemanes y holandeses; y la mayoría de las veces (en torno al 85%) se trata de peregrinos que están haciendo el Camino.
Pero la Traslatio no solo es una opción inmejorable de realizar una etapa de la ruta jacobea sino también de acercarse al particular paisaje de la Ría de Arousa y la desembocadura del Ulla. La de Arousa es la ría más rica del mundo y en ella, el mejillón es el rey. Por eso, una vez que la embarcación de Amare Turismo Náutico zarpa del puerto de Vilanova de Arousa, lo primero que hace es dirigirse al medio de la ría para que los viajeros puedan conocer de primera mano lo que es una batea de mejillón y cómo se trabaja. Y es que el cultivo de este bivalvo es una de las fuentes de riqueza de la Ría de Arousa (se dice que viven directa o indirectamente de él unas 2.800 familias).
Dejamos las bateas y seguimos dirección Vilagarcía de Arousa, donde comenzamos a ver islas e islotes de incuestionable belleza. Las Malveiras y Cortegada –pertenecientes al Parque Nacional das Illas Atlánticas de Galicia– lucen majestuosas en medio de la Ría. En esta última todavía se pueden ver algunas construcciones y el bosque de laurel más grande de Europa. También asoma el primer cruceiro del recorrido, que nos recuerda que estamos realizando una ruta con fuerte significación religiosa. Los cruceiros (solos o en agrupaciones –como el de As Tres Cruces–) nos acompañan río arriba a modo de vía crucis, tanto en el margen izquierdo como derecho del río Ulla, mientras dejamos atrás las localidades de Carril y Bamio.
Por la cara norte de la ría, el municipio de Rianxo, en la provincia de A Coruña; y en la cara sur, Catoira, en la provincia de Pontevedra. Y es que el río Ulla es frontera natural entre las dos provincias, aunque más que eso es elemento de unión entre ambas. En Catoira, la Traslatio se detiene en las Torres de Oeste, una fortificación defensiva que frenó las embestidas de los piratas normandos y que acoge cada primer domingo de agosto la Romaría Vikinga, declarada de Interés Turístico Internacional y que recuerda aquellas temidas incursiones desde una perspectiva mucho más pacífica y festiva.
Seguimos remontando el Ulla y nos adentramos en una suerte de fiordo con riberas apenas intervenidas por el hombre, donde nos sorprenden el trazado del tren (por el margen pontevedrés, el de cercanías y por el margen coruñés, el de la Alta Velocidad) y la playa fluvial de Vilarello, en el concello de Valga.
Y en pocos minutos llegamos a Pontecesures, donde desembarcaremos en los muelles en los que atracan las lanchas de los ‘baleiros’, como así se conoce a los pescadores de lamprea, una de las joyas gastronómicas del río Ulla. Y después de que el personal de Amare Turismo Gastronómico nos selle la Compostela, tenemos dos opciones: continuar andando hasta Santiago (apenas 25 kilómetros) o darnos la vuelta en el mismo barco de Amare y volver a disfrutar de un paisaje único, de la tranquilidad y paz que ofrece una travesía náutica que se puede realizar durante prácticamente todo el año, bien en ruta compartida con otros viajeros o a medida, previa reserva.
La ruta con Amare Turismo Náutico tiene un coste de 28 euros si es solo ida o vuelta y de 38 si se hace de ida y vuelta; y una duración estimada de 2 horas (ida y vuelta).