Una página en blanco ronda mi mente. Todos tenemos alguna hoja en blanco por escribir, una oportunidad para recorrer nuestro interior a través de viejos rincones y su entorno, paisaje, olores, sabores… en definitiva, reencontrarnos con el pasado y recuperar nuestra esencia.
Cubriré mi hoja con los colores del otoño en la Ribeira Sacra, verdes, amarillos, ocres y rojos. Tras ellos emerge la piedra de sus mosteiros. San Pedro de Rocas, Santo Estevo y Santa Cristina de Ribas de Sil o Santo Estevo de Ribas de Miño duermen escondidos entre olores a vendimia y castañas asadas. Visitaré alguna bodega y, mientras me sirvo un vaso de vino, evocaré también los diferentes azules de la Costa da Vela, marinos frente a Cabo Home y verdosos en la playa de Melide, con sabores a cocina atlántica, sal, laurel y navajas. Queda todavía espacio en mi hoja, así que recorreré las calles de Viveiro y llegaré a Foz para admirar la basílica de San Martiño de Mondoñedo. Bajaré a la comarca da Ulloa y visitaré la Iglesia de Vilar de Donas, desde allí podré oler el pulpo á feira que me llama desde la Terra de Melide. Echo en falta la comarca del Ribeiro, así que, mientras recorro los senderos del Miño, cubriré los márgenes de mi hoja con bodegas, gastronomía y agua termal.
Después de un verano voraz y frenético, asoma un otoño sobrio y reflexivo, repleto de incertidumbre y hojas en blanco. Una vez más, el verano ha dejado demasiadas hojas teñidas de negro. El fuego, provocado por una combinación de sequía y estupidez humana, ha transformado paisajes de vida y riqueza en hectáreas cargadas de muerte y ruina. Ahora llega el otoño y con él la posibilidad de viajar con calma, de cubrir esas hojas en blanco todavía pendientes a nuestra imagen y semejanza. ¿Cuál será su destino?, escríbanlo y no dejen que nada ni nadie lo tiña de negro.