La distribuidora Tomás Fernández celebró este lunes en Pazo Los Escudos un encuentro con profesionales del mundo del vino en el que, además de dar a conocer su amplio portfolio (estuvieron representadas en el evento 52 bodegas de España, Portugal, Italia y Francia), se analizó el presente y futuro de Galicia como región vitivinícola. Al respecto, la Master of Wine y Directora Técnica del Grupo Entrecanales Domecq, Almudena Alberca, afirma que “Galicia aglutina en estos momentos todas las tendencias del vino y no hablo sólo de los blancos, donde la Albariño es referente mundial, sino también de los tintos, aquí mucho más ligeros y menos tánicos, que son tendencia”. Entrecanales lleva años trabajando en Valdeorras y Rías Baixas y se muestran “apasionados” por ambas zonas. “Vamos despacio, pero avanzando desde el viñedo, necesario para establecernos y que podamos aportar valor”, detalla Alberca.
Otra bodega foránea que ha puesto sus ojos en Galicia es Alma Carraovejas, que ya cuenta con dos proyectos en O Ribeiro (Viña Mein y Emilio Rojo) y está muy próxima a cerrar otro en Rías Baixas (Tricó, aunque no es oficial). Su CEO, Pedro Ruiz, está convencido de que Galicia lo tiene todo para ser una de las mejores regiones del mundo “si no lo es ya”, matiza, por su “cultura, historia, variedades autóctonas, gastronomía…”, señala. “Tenemos todo para divertirnos; ahora, que sea rentable es otra cosa”, apunta. El bodeguero recuerda que producir vino en Galicia es mucho más costoso que en otras zonas de España, pero también muy apasionante. “Galicia, para nosotros, es un jardín de variedades, algo que nos permite ir más allá. Y Galicia es una de las grandes beneficiarias de los efectos del cambio climático, tanto para blancos como para tintos”, añade. En ese sentido, Ruiz está convencido del potencial de los tintos gallegos. “Tienen mucho que decir en un momento en que la gente demanda este tipo de vinos más ligeros”, sentencia.
Desde Galicia, la sumiller del restaurante Cabanas, de Lalín, Carlota Iglesias, agradece poder trabajar con cada vez mejores vinos gallegos y asume su responsabilidad a la hora de convencer a los clientes para que se salgan de lo común. “Nosotros contamos con unas 1.000 referencias de vinos, en gran medida gracias al trabajo de años de mis padres, y es un gusto poder servirlos. El que viene buscando etiquetas, las tiene pero para mí es estupendo que la gente se deje asesorar”, concluye. El precursor de los “wine bar” en Galicia, Miguelanxo Besada, de A Curva (Portonovo), reconoce que el perfil de sus clientes ha cambiado durante estos años, al igual que la oferta de su establecimiento, y que ahora la gente está mucho más informada y se arriesga a pedir cosas diferentes. “En Galicia se ha dado un salto cualitativo gracias al Ingavi, que ha favorecido que hoy haya en nuestra Comunidad la mayor densidad de bares de vinos en los que se bebe excepcionalmente”, afirma.
Y una de esas referencias de los vinos gallegos “de jerarquía” –como los calificaba el moderador de la charla, Santi Rivas– es Do Ferreiro, una de las bodegas que más ha contribuido al prestigio de la DO Rías Baixas. Manuel Méndez, hijo de Gerardo Méndez, habla de que los retos que afronta la Denominación de Origen (o los vinos gallegos en general) tienen que ver con el suelo, pero también con la relación con el cliente, que sigue demandando el vino del año. “Tenemos que seguir entendiendo cada suelo y comprendiendo la capacidad de envejecimiento de cada suelo, pero para nosotros es muy importante nuestro vino joven, que debe ser honesto, porque nos ayuda a vivir todo el año y a poder hacer vinos especiales cuando las añadas lo permiten”, detalla.
Y hablando de retos, Pedro Ruiz señala dos, fundamentalmente: “el minifundismo, por un lado, porque no somos capaces de generar masa crítica con lo que producimos; y, por otro, los precios, que deben llegar a donde estos vinos se merecen. A veces nos da miedo posicionarnos más arriba pero es un recorrido que hay que hacer. Si no hay precios altos, no acabaremos de ser la gran región vitivinícola que es Galicia”, sentencia. Y al respecto, apostilla Almudena Alberca: “La proyección existe, falta afianzar ese éxito. Se está pagando un buen precio a los viticultores pero no se está trasladando al precio de los vinos. No podemos morir de éxito pero sí que hay que trasladar lo que cuesta hacer vino aquí y la riqueza que esta tierra tiene”.