Porque estar al día nunca fue tan fácil

El Derecho como ciencia es objeto de excelentes tratados, manuales, ensayos y artículos que cualquier jurista que se precie debería conocer. De estas obras nacen sus fundamentos en forma de principios, la distinción entre el ámbito público y privado, y sus categorías, entre las que se encuentran el Derecho internacional, el civil y mercantil, el laboral, el penal o el administrativo.

Hoy les propongo una ficción, una perspectiva diferente, el Derecho como un poder mágico para alcanzar fines extraordinarios. Sí, han leído bien, el Derecho como magia, con sus conjuros y encantamientos. Valga una muestra: que un dictador chileno, en apariencia inmune, quedase atrapado en Londres y sus cuentas embargadas durante más de un año por delitos de genocidio, terrorismo y torturas, sucedió porque España, Francia y Suiza invocaron el principio de justicia universal en el momento preciso. De modo paradójico, que el pájaro escapara de la jaula y volase a su país, sin una condena en firme, ocurrió porque sus abogados invocaron el principio de humanidad, que exime de responsabilidad penal por circunstancias médicas.

En efecto, los hechizos del Derecho, ocultos entre leyes y jurisprudencia, permiten desplegar efectos imprevistos para la parte contraria, incluso en las situaciones más cotidianas que ustedes puedan imaginar, por ejemplo, frente a las administraciones públicas. De esta manera, si participan en la convocatoria del bono turístico y les consta que alguna instancia posterior recibe la tarjeta beneficiaria, mientras la suya sigue en espera, tiren de varita y digan “Prior tempore potior iure”, las solicitudes volverán a examinarse conforme al riguroso orden de entrada. Si se ven envueltos en las zarzas de un procedimiento sancionador por unos hechos que fueron sancionados con anterioridad, invoquen el conjuro “Ne bis in idem”, el expediente finalizará con la declaración de sobreseimiento. Y si no les dan oportunidad de defenderse utilicen el “Nemo inauditus condemnetur”, verán cómo se abre el trámite de audiencia. Si una decisión administrativa no es de su agrado y toca recurrirla, no se preocupen si cometen un error en la denominación del recurso o en su calificación, varita en mano reciten “In dubio pro actione” y su recurso será tramitado. Y que nadie ose perjudicar su posición como recurrentes porque un “Reformatio in peius” a tiempo impedirá que vean agravada su situación inicial.  

Curioso enfoque de una ciencia cuyas garantías llegan muy lejos pero se desvanecen en ambientes extremos. La intolerancia, la mentira, el fanatismo o la violencia provocan la muerte del Derecho y aniquilan al ser humano. Su aceptación social derogaría los principios de esta ciencia y anularía los encantamientos de su magia. En este término no quedaría más esperanza que invocar el “Treguna mecoides trecorum satis dee” de Miss Price, mi querida bruja novata, o, para los más jóvenes, el “Expecto patronum” del manido Harry Potter.

Joaquín San Martín Zamácola

 

 

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