¿Alguna vez os habéis parado a pensar en la cantidad de variantes que entran en una taza de café? Lo que en muchos Coffee´s de especialidad suena sencillo -café, café con leche, flat white o iced coffee- puede multiplicarse en cuestión de minutos.
Si viajamos a Málaga, existen unas 7 u 8 formas de pedir un café y ya no digamos si empezamos a cambiar el tipo de leche: avena, sin lactosa, desnatada, soja… Pero podemos rizarlo un poco más: sin espuma, caliente, templado… Estoy seguro de que podemos sentarnos en cualquier cafetería y quedarnos ojipláticos al escuchar a la clientela pedir su taza de café. El personal de hostelería en vez de un bloc de notas va a necesitar un pergamino.
Tengo que reconocer que me gusta la clasificación clásica, la que simplifica los pedidos a 3 variedades. Y es que muchas veces creo que incluso al propio cliente le ayudaría esta simplificación del producto, porque tendría más certeza de lo que va a tomar… y ya no digamos al personal. Esta cuestión que ocupaba mis pensamientos mientras trabajaba este verano en el local me hizo evidenciar lo que ya sabía: la cultura del café está mucho más extendida en otros países europeos y España cabalga lentamente; pero, afortunadamente, avanza. Los numerosos turistas ingleses, franceses y alemanes que se pasaron por mi establecimiento a lo largo del verano pedían su café siguiendo “las reglas internacionales” mientras que el turista nacional traía su vocabulario propio: “me pones una nube”. Porque conocía el término malagueño que si no… ¿este hombre sabe que esto es un Coffee?
Si buscamos la similitud con la restauración, porque al final también es hostelería, pensemos en la gastronomía. A ver, pongámonos en situación:
-Hola, muy buenas noches. De primer plato vamos a pedir el hummus con los crudités. Pero mira, que no me echen comino, si es posible que esté caliente y los crudités a temperatura ambiente. Como segundo plato voy a tomar el risotto con setas pero mira, que soy intolerante a la lactosa, no sé si el cocinero podría usar algún queso especial. Para beber, un agua del tiempo con hielo y una rodaja de limón.
¿A que esta situación chirría? Puede parecer algo exagerada pero no lo es. A día de hoy, cuando lees las comandas del compañero/a que atiende la sala, te das cuenta de que no hay una sola nota igual, ninguna es fácil, lo que implica tiempo (si lo quieres hacer bien) y concentración. Pero tampoco podemos olvidar el factor “prisa” porque entendemos que parte de nuestros clientes están en su descanso de trabajo y no disponen de un largo parón, sino que es un ratillo para despejarse y tomar un café. Por eso todavía me reafirmo más en la teoría de que es importante simplificar la nomenclatura “al más puro estilo coffee shop”.
¡Y todos contentos!