Vivimos embargados por la velocidad y el vértigo, ahogados por la ansiedad y sumidos en el agotamiento. Nuestra vista está cansada y la memoria errática; necesitamos descansar, detener nuestra mente y respirar en calma. Es sabido que Galicia tiene receta para todos los males, si bien ésta requiere sosiego, bienestar y un cierto aislamiento. La prescripción es clara, debemos relajar la mirada, escuchar la naturaleza y abrazar el silencio, así que les invito a conocer una fraga, un paraíso en forma de vergel y cascadas: el bosque atlántico galego.
El bosque atlántico es un bien escaso, vive cerca de nosotros, entre el monte bajo y las praderas, de ahí que sufra mucho nuestra actividad y se encuentre en retroceso. En Galicia, la mayoría son mixtos: en ellos encontramos robles, castaños, abedules, pinos, tejos, laureles, acebos, madroños, arces y nogales. Veremos también árboles frutales silvestres además de todo tipo de líquenes, musgos y helechos. Hay bosques de ribera lineales, donde alisos, fresnos y diferentes especies de sauces crecen siguiendo el margen de un cauce fluvial, pero también agrupaciones de castaños (soutos), laureles (loureiros) o carballos, los robles galegos. Caminar por sus senderos y observarlos, aprender a identificarlos y admirarlos porque llevan siglos entre nosotros, percibir sus entrañas y escuchar las aguas que discurren por su interior; un ejercicio vital sumamente reparador.
Las Fragas do Eume en las Rías Altas; A Rogueira en O Courel; la Fraga das Barbudas, junto al río Cambás; el Souto de Rozavales en Manzaneda o el Souto da Retorta, junto al río Landro; el Bosque da Fervenza por la ribera del Miño; la Fraga de Catasós, por las tierras del Deza; el Bidueiral de Montederramo o Cortegada, la isla de los loureiros, son joyas de un enorme tesoro por descubrir y una asignatura pendiente de nuestras escuelas. Adentrarse en ellos nos permite detener el tiempo, recuperar la memoria y esbozar una sonrisa. Así curan los baños de bosque, cual baños de bienestar, resultan tonificantes como un baño de mar y relajantes como el agua termal.
(Foto: Turismo Rías Baixas)