Porque estar al día nunca fue tan fácil

Os Cachivaches aúna todos los conceptos gastronómicos 

La historia de Os Cachivaches ya cumplió más de diez años y aunque el cambio de aquel pequeño local a este vistoso y moderno restaurante pareciera enorme no lo es tanto, porque de la mano de los hermanos Armando y Alejandro Méndez (responsable de sala el primero y cocinero el segundo) la marca no ha dejado de crecer y de ser una de las referencias de los mejores arroces que se puedan comer hoy en Galicia: veinticinco platos deferentes con esta base, casi los mismos que ofrecían en sus inicios. Pero hoy, y aprovechando el parón del confinamiento, el establecimiento presenta una nueva cara o, mejor dicho, varias diferentes puesto que además de ampliar su cocina, el diseño interior de Os Cachivaches ahora cuenta con diversas zonas, todas ellas propicias según el momento y la compañía. Así, su restaurante principal, totalmente renovado desde sus suelos (de madera en tonos vintage) al coqueto empapelado de colores de sus paredes, ha ganado en espacio y comodidad. Detrás, su otro salón se ha ambientado con fondos de naturaleza, destacando los verdes de una “carballeira” (por cierto, una de ellas próxima al establecimiento). El mobiliario, todo en madera de tonos claros, incluso las mesas altas y los taburetes que se han situado en la entrada misma del establecimiento, ganando así esta nueva zona de bar (más informal, canalla) para apurar una buena copa de vino o una cerveza con alguna tapa o pincho especialmente elaborado pare este rincón exclusivo del local. En fin, que Os Cachivaches da mucho de sí, tanto como su bodega con cerca de ciento treinta referencias. Pero como su propia historia reconoce, no paran, de ahí que ya están pergeñando la localización de un obrador para trabajar más y mejor su nuevo concepto de ‘delivery’.

Alium Tapería, la diversidad como filosofía

El gallego Raúl Sotelo y la boliviana Paola Torrejón regentan Alium Tapería, en Vigo, un local que decidieron reformar para abrir su primer negocio juntos, tras residir varios años en Barcelona. Ambos tienen formación en Cocina (él, especializado en repostería en Espai Sucre y ella, con gran experiencia tras su paso, entre otros, por El Celler de Can Roca) y decidieron abrir Alium con el objetivo de hacer cocina fusión con producto de proximidad. “Por ejemplo, hacemos un pan bao pero le metemos dentro un guiso de carrillera típico español y un pico de gallo, que es mexicano. Es decir, utilizamos técnicas modernas para hacer platos tradicionales, que sean sabrosos y con una presentación cuidada”, explica Torrejón. Más del 90% de la carta es apta para celiacos, una apuesta decidida de los chefs por satisfacer a todo tipo de clientela. “Queremos que el que venga pueda comer de todo y eso incluye a celiacos, vegetarianos, veganos, intolerantes a la lactosa… Estamos muy pendientes de ese tema y siempre se intenta tener una opción al menos para cada tipo de cliente”, detalla Sotelo. Como todo el producto es fresco y se elabora al momento, la flexibilidad es absoluta. “Usamos mucho producto de nuestra huerta y de temporada, y tenemos muchas sugerencias del día en función de lo que entre por la puerta”, añade el chef cangués. El local es amplio y espacioso porque “preferimos encontrar una clientela fiel, que se sienta cómoda en nuestro restaurante y que esté dispuesta a probar cosas nuevas”. Y una buena forma de hacerlo es con su menú del día (a un precio más que competitivo) “en el que incluimos propuestas que hemos traído de un tres estrellas Michelin”, apunta el chef.

Lagüiña Lieux-dit, cocina cotidiana y un mundo de vinos

La pandemia ha provocado que muchos profesionales se viesen obligados a reconducir sus vidas. Este es el caso de Eduardo Camiña e Iraia Mendizabal, que tuvieron que dejar sus trabajos en Mugaritz y Arzak, respectivamente, para plantearse una nueva opción profesional. Y la solución estaba más cerca de lo que pensaban: retornar a casa (Meaño) y tomar las riendas del negocio familiar, una modesta taberna que Edu e Iraia han convertido en un punto de encuentro para los amantes del vino pero, sobre todo, un lugar al que ir a disfrutar. “Queremos tener un local divertido, en el que podamos acercar botellas singulares a precios asequibles, sin demasiada complicación”, detalla Eduardo. La oferta es típica de una casa de comidas (tortilla, croquetas, jamón asado, richada, mejillones en escabeche…) aderezada con una selección de en torno a 200 vinos que para sí quisieran muchos restaurantes de la zona, confeccionada durante años por los dos profesionales de sala y enriquecida con adquisiciones puntuales que se ofrecen por botella o por copa. “No hay una carta de vinos física, jugamos con el concepto de vino de mercado, según vamos consiguiendo botellas especiales de muchos países del mundo y de añadas viejas, junto a una carta más estática de vinos gallegos y nacionales”, explica Camiña. “A veces -detallan- conseguimos una o dos botellas de un determinado vino, que se abren, desaparecen y entran otras diferentes. Es como una lonja de pescado que vende lo que hay y cuando se acaba, se acaba”. De ahí que cada visita a este lugar sea distinta y sorprendente. “A la gente le encanta beberse un gran vino y acompañarlo de una tortilla con huevos de casa. Que no se tienen que ir a un Michelin y dejarse un dinero para beber un vino de gran calidad”, explica Iraia. Tras un verano atípico, con una apertura precipitada y una gran acogida, los dos jóvenes aprovecharán el invierno para hacer su propio vino y realizar una restructuración del local, asentando así un proyecto que nació casi por casualidad y que está llamado a ser lugar de referencia en la comarca de O Salnés.

la curiosa

La curiosidad tiene un delicioso premio

Como poco, despierta curiosidad. Y no es mala puerta de entrada. En el corazón de la zona vieja compostelana ha abierto La Curiosa, una tienda de conservas que busca revolucionar el sector partiendo de un diseño innovador y la mejor calidad. Aunque está muy enfocada al turista, su responsable, Cristóbal Fernández, no descuida al público local. “Si la hubiera pensado solo para los turistas hubiera metido en la lata cualquier cosa”, explica. Y es que las conservas de La Curiosa son el souvenir perfecto porque guardan la esencia de Galicia en un envase especial que las hace coleccionables: latas blancas en cuya tapa figura una ilustración con el acontecimiento más importante de cada año, desde 1940 a 2020. Una fórmula que conocíamos del país vecino pero que en La Curiosa va más allá “porque ofrecemos más gama de conservas y mejores. De hecho, la gente compra el producto por el envase y vuelve por su calidad”, explica Fernández. Las conservas están elaboradas solo con producto fresco en Real Conservera Española. “Me adapto a lo que hay en el mar en cada momento”, detalla Fernández, que no se cierra a ampliar la gama con conservas vegetales o elaboraciones diferentes. “Somos una potencia en conserva, pero estamos un poco estancados. Por eso quiero innovar ofreciendo producto clásico de Galicia pero con salsas distintas, como un mejillón al curry o con verduras”, detalla el empresario, de tan solo 24 años. La tienda se completa con una pequeña selección de vinos gallegos que se presentan junto con información sobre cada DO y el perfil de vino que le puede gustar a cada cliente. “Lo que no quiero es que se acaben llevando la etiqueta más bonita por desconocimiento”, explica Cristóbal Fernández. En esa línea, el local dispone de una sala de catas en la planta superior en la que se celebran pequeños eventos -también en inglés- que “humanizan el mundo del vino y de la conserva”.

ciprés villaverde

O Ciprés de Villaverde, del vino al plato

En una tierra eminentemente marcada por la producción vinícola, Ribadumia (Pontevedra), abrió sus puertas este verano O Ciprés de Villaverde, un restaurante peculiar en cuanto a su concepción y a sus diferentes espacios (no todos aún aprovechados para la causa, pero en proyecto de) que debe su nacimiento, precisamente, al vino. Y es que Belén Varela, su impulsora, llegó a la restauración de la mano del vino, sector en el que trabajó durante años y que le llevó a fundar su propia bodega. “Con la pandemia, las exportaciones -su principal canal de venta- cayeron notablemente y me vi en la tesitura de buscar una alternativa para darle salida a mi vino (Just B Wine). Tenía en mente algo de restauración, pero posiblemente no lo hubiera hecho tan rápido si no fuera por la covid-19. Tuve que cerrar los ojos y abrir esto en tiempo récord”, detalla. Y, pese a lo que podía prever, la acogida ha sido muy buena. “Está viniendo mucho profesional, clientes de perfil medio-alto y también turistas. Nos está funcionando muy bien el boca a boca”, explica Varela. La empresaria lo achaca a que “tenemos un servicio muy cuidado y materia prima de primera calidad”. Y no lo dice solo por su vino, que comparte espacio en la carta con otras referencias gallegas y españolas, sino también por la oferta gastronómica (un sencillo listado de platos en su mayoría para compartir en el que destacan el secreto, la tempura, las ‘xoubiñas’, la picaña de vaca vieja o el jamón ibérico de Extremadura) y los conciertos en vivo que de cuando en vez se celebran en el jardín exterior.

 

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