Tras nueve años en los que Mamá Peixe se ha asentado en el panorama ‘gastro’ de Compostela, sus hacedores –Guillermo Pérez y Ana Vidal– abren Maínzo, en el local que dejó vacante Auga e Sal. Les separan pocos metros, pero el concepto gastronómico es diferente, aunque sus responsables huyan de etiquetas. “Es difícil definirse cuando no te especializas en algo, como nos puede pasar en Mamá Peixe. A mí me gusta decir que Maínzo es un restaurante de 2024”, sentencia Pérez. No busquen mantelería ni rigidez en el servicio, aunque sí calidad en la materia prima y mucho sabor. En este restaurante se apuesta por platos para compartir “porque la gente quiere probar mil cosas” –confiesa el chef– a partir de una carta que, si bien ya ha variado en las escasas semanas que lleva abierto, comienza a asentarse sobre una lista de tres entrantes fríos, tres entrantes calientes, tres pescados, tres carnes y tres postres. Y si el 3 es un número importante en este restaurante, no lo es menos el 15, el precio máximo que tienen los platos en Maínzo (7 euros los postres). “Nunca quisimos que el precio fuese óbice para que alguien pudiese probar cualquier cosa de la carta”, proclama Guillermo Pérez, convencido de que “hay que escuchar lo que demanda la gente”. Y se puede decir que la fórmula funciona, pues además de clientela de Mamá Peixe que ha querido conocer la nueva propuesta de sus responsables, el local atrae a nuevos públicos. De su carta actual (aunque con visos de quedarse como fijos), el chef destaca las Filloas de trigo sarraceno rellenas de lubina, chutney de cebolla y jengibre con crema de maíz y palomitas con curry o el Pulpo con chorizo. Y para acompañar, el local dispone de una carta de vinos donde mandan las etiquetas gallegas sin olvidar otras DDOO españolas y alguna internacional.
Foto: Luis Polo