Si algo distingue a este “noodles furancho”, como reza su cartel, es que absolutamente toda la cocina que ofrece tiene auténticas raíces asiáticas, según comenta su cocinero, Alberto Díez. “Si bien nuestro concepto gastronómico responde a la cocina asiática, algunos platos que ofrecemos están un poco adaptados al paladar de aquí, es decir, no tan picantes como se hacen allí. También hacemos re-versiones de platos orientales que intentamos sean lo más fieles a las recetas originales, pero dándole un toque algo especial y diferente a la elaboración madre”, expresa el chef. De estas propuestas las más solicitadas son la Berenjena asiática (originaria de Vietnam y con más sabor y textura que la española) salteada al wok y acompañada de setas shiitake y gambones; la hoja de Huantun rellena de pato Pekín (éste con su laca y corteza crujiente) con especias asiáticas y un toque de soja tostada. Entre tanta gastronomía asiática destaca también la ambientación del establecimiento con imágenes pintadas de nativos danzando en derredor de un gran plato de noodles; fotografías y postales de paisajes orientales o cuadros y retratos de pueblos perdidos. Un interiorismo del que se encarga particularmente Alberto Díez, aportando sus recuerdos y souvenirs de sus días entre fogones en el continente asiático. Además, es el Guóc un restaurante donde los baos cobran protagonismo, pero conviene reseñar que en este establecimiento su preparación dista mucho de lo que se ofrece por ahí. Aquí, los baos se elaboran artesanalmente, desde su relleno hasta la masa; todo se hace en este rincón gastronómico. En cuanto a su carta dulce, toda ella es de elaboración propia, donde las frutas, especialmente las de sabores cítricos, mandan. Para recomendar, su Mousse de maracuyá o el Tiramisú con té Matcha; una oferta distinta de este local ya que los fanáticos de sabores azucarados hallarán pocas cremas y chocolates. Su bodega cuenta con una veintena de vinos blancos y tintos gallegos; y una corta pero acertada carta de cervezas, alguna incluso de origen tailandés.
Foto: Binart