Cuando una oportunidad se presenta en el momento justo y con las condiciones deseadas, sólo cabe aprovecharla. Y eso ha hecho Alberto Fernández que, tras dejar Boigorri, se embarca en la aventura de Pallabarro, un “paso más” en su carrera profesional que aúna restauración y alojamiento (5 habitaciones) en pleno centro histórico de Allariz. Los anteriores propietarios se jubilaban y era el momento de dar el salto a un establecimiento “con mucha historia y muchas posibilidades” -como refrenda el chef- que quiere, en esta nueva etapa, desarrollar “una cocina más personal, con un trato cercano y un servicio mejorado”. La brasa es la reina, “porque es cómo yo entiendo la cocina”, admite Fernández. Si en Boigorri la aplicaba fundamentalmente a carnes, aquí su presencia se amplía a pescados y verduras. “El centro de la cocina es la brasa, es nuestra base, pero también trabajamos mucho el concepto de los escabeches porque para mí son un producto fetiche. Me encanta hacerlos de un montón de cosas. Ahora mismo tenemos el de mejillones, que ya hacíamos y no podemos sacar de la carta porque gusta muchísimo, y otro de caballa con toques de canela, hierbaluisa y romero. Y luego, en temporada de caza, haremos también de perdiz”, avanza el chef. Y es que la estacionalidad también marca la oferta de Pallabarro, junto con el origen (siempre kilómetro cero o cercanía) de la materia prima. Para acompañar, el local ha confeccionado una carta de vinos en la que predominan las pequeñas bodegas gallegas, además de referencias “que no pueden faltar” como algún Rioja, Ribera del Duero y Toro. Una oferta gastronómica muy cuidada que se extiende a los desayunos que ofrece el alojamiento.