Porque estar al día nunca fue tan fácil

Revelar, según la RAE, descubrir o manifestar algo ignorado u oculto.

Cuando la influyente Revista de Vinhos de Portugal decidió entregarle el premio Productor Revelación 2017 a , 20 años después de hacer su primer vino en Quinta da Serradinha, llamó la atención. Entonces el periodista brasileño especializado en vinos Alexandre Lalas dijo: “A discussão que tivemos na revista é que, apesar de produzirem há tempos, talvez agora os vinhos do António comecem a ganhar mais notoriedade. Ou seja: eram tesouros quase secretos que pouco a pouco têm sido revelados. Por isso, demos a ele o prêmio de revelação. Até porque o que a gente queria era dar um merecido prêmio ao António!”

António es un viñador complejo y reservado que percibe información sensible para revelarla en vino. Con andar silente y cojo, de cuando limpiaba un tanque de inox precipitándose al suelo, solo, desde 4 metros de altura, escucha a sus viñas de uvas tintas y blancas típicas y emblemáticas de Portugal, como la Baga -considerada por muchos la Nebbiolo portuguesa- que le cuentan qué darán de sí ese año. Las conoce, las respeta, no les pide nada. Es realmente uno más. Observa cuando cata. En este sentido podría ser un discípulo sin saberlo del gran maestro del vino natural Jules Chauvet, al decir de Joan Gómez Pallarès, porque hila finísimo, tiene gran memoria sensorial, razona y fundamenta, con tal discreción magnética, que provoca el deseo de ser revelado.

Si bien el vino es de los productos más intelectuales que puedes beber, como le dice Pitu Roca al periodista uruguayo Jaime Clara, revelar el proceso natural de un año en el viñedo es un paso más hacia lo sublime; la realidad está ahí ya ordenada perfecta; sólo ha de revelarse. Y esto es exactamente lo que hace António. Se requiere coherencia; ir con el tiempo y no perderse en la muy poderosa distorsión mediática ni en el dilema tan sufrido como irreal de lo que mandan los mercados. Se requiere para ello estar dispuesto a caminar con la duda como animal de compañía. Cuando se hizo cargo de su primera añada, quiso consultar con su padre, también António, quien le dijo que ahora el camino era todo suyo, dudas incluidas. Y este es su mayor legado.

Se hizo cargo de una saga que comienza a finales del siglo XIX -de la que conserva algunas garrafitas- a la que António padre cambió de rumbo de modo radical al volver de Borgoña, allá por los años setenta, con una tina que todavía conservan, convencido de vender todo el equipamiento técnico que tenían y convertir a Quinta da Serradinha en la primera bodega certificada biológica en Portugal. La quinta está a una hora norte de Lisboa, a unos kilómetros de Leiría y del Atlántico y se respalda sobre las Serra d’Aire y de Montejunto, rodeada de pinares y retama, basada en suelo arcilo calcáreo. De las 20 has. de terreno, sólo 6 son de viña, lo que puede trabajar una persona de manera sostenible. El resto está consagrado a mantener la biodiversidad y contener suelos de origen aluvional. Hay viña centenaria y viña plantada en los años 90 de donde procede la mayor parte de la producción. Trabaja con las variedades típicas: Trincadeira, Tinta Miura, Castelão, Touriga Nacional, Alfrocheiro y Baga; y las blancas Arinto, Fernão Pires y Encruçado. Embotella revelado el viento del Atlántico la resina de los pinos que perfuman el ambiente. La historia y la prehistoria del suelo arcillo calcáreo. La retama. La duda razonable procesada en la paz de barricas tinos y ‘talhas’, dos ánforas centenarias donde hace el rosado.

António hace vino revelando la añada con el silencio y la sonrisa de Buda al ser preguntado por la existencia de Dios.

Malena Fabregat

 

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