Pocos son pero aún quedan visionarios en España que más allá del beneficio que le puede reportar un negocio lo fían todo al incuestionable amor por la tierra, las vides, el vino; una manera de ser que se fortalece con el tiempo y que es seña de identidad entre una impecable profesionalidad y una naturalidad innata.
Así de breve, sencilla y apasionada podría ser la tarjeta de presentación de Carlos Moro, el prestigioso viticultor que en vez de construir un imperio en torno al universo del vino prefirió recuperar historias y proyectos de cariz casi familiar donde siempre el respeto por las cosas bien hechas supera cualquier tentación de revolucionar lo que se hacía; vivencias al pie de los viñedos hasta encontrar el punto ideal del nuevo vino que quiere hacer. No hay fórmulas mágicas pero el enorme conocimiento en la elaboración de vinos, una paciencia casi infinita hasta hallar el coupage anhelado y el convencimiento de que el único secreto está en las vides son algunas de las prioridades filosóficas de este hacedor de grandes vinos en Rueda, Ribera del Duero y cada vez más en Galicia.
En diciembre del 2019 este viticultor decidió irrumpir en Galicia con los vinos de su nueva bodega en la denominación de origen Ribeiro, Casar de Vide. Ahora ha decidido doblar la apuesta por estos vinos gallegos adquiriendo la Bodega Sanclodio, un terruño que también fue pasión de otra singular y destacada personalidad como la del cineasta José Luis Cuerda.
En Sanclodio la crónica histórica nos dice que se trata de viñedos que ya cultivaban los monjes cistercienses en el siglo X, que su impresionante caserón data del siglo XVI y que las casi diez hectáreas de superficie de la bodega están segmentadas en cuatro fincas bien cuidadas. En ellas, la Treixadura es la reina absoluta de una corte donde también se producen la Loureira, Godello y Albariño, variedades que en menor medida aportan al vino Sanclodio unos matices un punto complejo pero frutal y fresco aromáticamente hablando. Estos matices vuelven en el paso por boca donde lo encontramos goloso, untuoso que culmina en un posgusto largo. Un vino que invita a una copa más.

Emilio y María Vidal, enólogos de la bodega Sanclodio junto al viticultor Carlos Moro
Pero la consolidación del nuevo proyecto de Carlos Moro en Galicia también tiene otros nombres, como el de los enólogos Emilio Vidal y su hija, María Vidal. El primero con una extensísima experiencia en hacer otros excelentes vinos del Ribeiro como Vilerma o Viña Mein. A veces las casualidades no existen, ya que el enólogo es oriundo de Alicante pero al llegar a Galicia, en el año 1975, descubrió su pasión por estas tierras del valle del AVIA. Algo similar a lo que experimentó Carlos Moro caminando entre estos viñedos dispuestos en socalcos. Además, el viticultor y el enólogo forman un excepcional póker de ases en cuanto a se intocable preferencia respecto a la recuperación de las variedades autóctonas, protagonistas de estos vinos del Ribeiro y de los restantes que elabora el viticultor en otras geografías españolas.
María Vidal, continuadora de la labor de su progenitor en la bodega, comenta que los vinos de Sanclodio se elaboran exclusivamente con producción de la propia bodega, no se compra uva. Y aunque en la última cosecha se alcanzaron un total de casi 70 mil kg de uva, los viñedos y sus instalaciones están preparadas para elaborar hasta un total de 100 mil kg. de uva. De la calidad de este vino también hace referencia la enóloga que explica que la cierta altitud de esta zona unida a la orientación de los viñedos hacia el sol “proporcionan un grado de maduración mayor que otras zonas del Ribeiro”; afirma. Asimismo reconoce que “nuestros vinos siempre tienen una evolución en botella que los hace aún mejores”, expresa.
Durante un corto paseo por las viñas de los periodistas invitados junto a Carlos Moro, éste enfatizó que “esta bodega es historia y cultura por ello tenemos intención de no tocar nada de este pazo gallego; queremos dejarlo tal como está porque consideramos que es una auténtica joya que cobra más valor ya que está rodeado por los viñedos”, apunta el viticultor.
Con un gesto de satisfacción, también nos comenta que en breve todos sus vinos comenzarán a comercializarse en Florida (EE.UU.), una plaza muy propicia para los vinos españoles. Lo que sí nos resulta una tarea imposible es la confirmación de la salida al mercado de un nuevo vino de la bodega pero ya con el punto y la huella de identidad propia de Carlos Moro.
A la hora del almuerzo el viticultor nos sorprende ofreciéndonos la última elaboración de su bodega Émina en Ribera del Duero, un tinto monovarietal Tempranillo que apenas hace un mes salió a la calle. Se trata de un tinto que en nariz destaca por sus frutos rojos; sumamente elegante y aterciopelado en boca donde su reposo de 16 meses en barrica de roble francés lo convierte en un gran vino. Responde al nombre de Emoción, un acierto tratándose de una bodega donde Carlos Moro ha puesto su máximo empeño en hacerla plenamente sostenible hasta transformarla en un modelo de desarrollo y compromiso con el medio ambiente.